Por: Arleen Rodríguez Derivet
Con un análisis de la nota de la Fiscalía Nacional sobre los procesos abiertos contra los actos violentos del 11 de Julio, comenzó el programa Chapeando este martes. Según los analistas, con la publicación de este documento,
«se derriban oficialmente las mentiras que se han estado levantando contra el estado cubano y particularmente las imputaciones lanzadas por la embajada norteamericana en La Habana, de que hay menores de edad en prisión».
Reinier Duardo resaltó detalles de la nota que desmienten las campañas que trata de levantarse contra Cuba, empezando por la cantidad de detenidos y procesados, que los medios contrarrevolucionarios cifran en miles, cuando en realidad no llegan a 800; el desmentido firme sobre la prisión de menores, la responsabilidad penal a partir de los 16 años y el carácter educativo de las sanciones para los menores de 20 años y la información a los familiares, así como la atención a los reclamos y el curso de las apelaciones.
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La nota es el primer desmentido oficial, pues extraoficialmente ya lo negó enfáticamente Randy Alonso, en un documentado análisis en Cubadebate, que incluyó varios vídeos de hechos y lugares donde sí se sanciona y condena a menores de edad, incluso con cadena perpetua.
Los audiovisuales, tomados de las propias redes y televisoras locales, desnudan el doble discurso de gobiernos que acusan a Cuba de lo que practican ellos. Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña y otros gobiernos de Europa tienen un expediente enorme de prácticas y demandas por encarcelamiento de menores en prisiones para adultos.
Cualquier joven detenido duele. Le duele a su familia y le duele a la sociedad, comentaron las periodistas, lamentando la participación de jóvenes formados en Cuba, en actos realmente violentos, tal como se aprecia en vídeos que mostró anoche el Guerrero cubano y cuyos sonidos no podemos poner aquí porque contienen los insultos más vulgares, palabras groserísimas, incitaciones a matar, a quemar, a destruir. Son acciones delictivas que demandan la aplicación de la ley si queremos proteger a nuestra sociedad de la epidemia de violencia que ha enfermado a tantas otras sociedades en el mundo.
En opinión de Bárbara Betancourt, «nuestra policía actuó con mucha serenidad. Yo trato de imaginarme esas mismas acciones en calles de cualquier estado de los Estados Unidos o en capitales europeas y me aterro. Porque el instinto humano de defenderse puede provocar incidentes muy graves. Y aquí apenas hubo uno. Pero en Estados Unidos es el pan de cada día».
Los panelistas coincidieron en preguntarse qué va a decir ahora el encargado de negocios de la embajada yanqui, emplazado en el trabajo de Randy Alonso a presentar pruebas de las acusaciones que hizo y si tiene con qué responder la verdad de los hechos: la cantidad de niños presos e incluso sancionados a cadena perpetua en su país.
El otro tema comentado en el programa tiene que ver con los actos de repudio que se han puesto de moda como otra forma de violencia contra Cuba, ahora en España como siempre en Miami.
Después de escuchar sonidos de lo que se armó el domingo contra el concierto de Buena Fe y la feria de Turismo de Madrid, Duardo calificó de realmente patético el show de cuatro gatos (literalmente) que organizaron el acto de repudio a Buena Fe, con los mismos métodos que emplearon contra Silvio en la propia capital española, durante los conciertos del trovador, en el verano. Filmando a los que hacían fila para entrar al lugar (que se llenó a tope, por cierto) intentaron boicotear el concierto, lanzando todo tipo de insultos, filmando los rostros con amemazas, en fin, ofendiendo simultáneamente a los artistas y al público.
Y gritando Viva España, viva la madre patria y esta es nuestra policía. Evidentemente contra la policía española no se atreven. Esperamos ver en Facebook los post de quienes se preocupan y se rasgan las vestiduras, cuando en Cuba se producen manifestaciones públicas contra quienes se pronuncian abiertamente contra el proceso revolucionario. A ver si se pronuncian contra los actos que a voz en cuello denigran el arte y a los artistas revolucionarios con las peores ofensas, aunque ni siquiera sea un acto político.