La conquista, la guerra, el hambre, la esclavitud y la muerte, son cinco, y Trump es la pantalla en la que se muestran esos cinco, Narco Rubio, Pompeo, Bolton, Pen y Abrams. Ninguno de ellos pronuncia la palabra paz, la palabra respeto, a la independencia, a la soberanía, a la Constitución discutida y votada por el pueblo.
El dinero y los servicios secretos o estos últimos al servicio del dinero, y valga la redundancia, han constituido claves de la política exterior estadounidense en su afán por imponer al mundo su modelo de democracia, derechos humanos y su patrón de consumo en detrimento de quienes tienen menos o no tienen nada.
Los distintos gobiernos norteamericanos no han dejado de emplear estas máximas imperiales. En algunos países han penetrado más que en otros, quizá por ingenuidad de los anfitriones, o por ofensivas más feroces con un objetivo inmediato.