Tomado de: Cubadebate

Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Despuntaba la década de los noventa y el sistema socialista en los países del este europeo se vino abajo. Feliz, el capitalismo salvaje fue ocupando su lugar.
Cuba, que había sido su aliada, quedó solita. Revolución terca, insistía en que su camino era el socialismo. Estados Unidos y demás países capitalistas dirigieron contra ella toda la estrategia de guerra psicológica y de propaganda. El dinero fluyó y los “disidentes” se multiplicaron a borbotones.
Aunque Cuba tenía cierta experiencia en lidiar con estos casos fabricados, lo que se le vino encima podría quedar en los libros de record.
Cada día los “disidentes” se alquilaban para que desde Miami, Washington, o cualquier capital europea, se arman campañas contra la Revolución en su nombre. Hasta se rentaron para que el bloqueo económico se endureciera. Mientras ellos podían comprar con los dólares del “salario”, menos había para comer en el plato del vecino. Sus hijos iban a la escuela bien desayunados, y los demás niños vieron bien reducida la cantidad de leche. Aún así, los “disidentes” siguieron aprovechando lo que la Revolución trataba de mantener gratuito para todos, empezando por la asistencia médica.