Han pasado más de cuatro décadas desde que en Nicaragua triunfaron las fuerzas populares encabezadas por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) contra una de las dictaduras más sangrientas del mundo. La misma que encabezaba la familia del general Anastasio Somoza García impuesto como Jefe de a Guardia Nacional de Nicaragua por el gobierno estadounidense desde los inicios de los años treinta del siglo XX. Precisamente cuando ese dictador se convirtió en el representante del imperialismo yanqui en el país centroamericano, al que convirtió en una gran hacienda de su propiedad.

Hoy el escenario de la Nicaragua es otro. Quizá mucho más complejo en los inicios de la tercera década del siglo XXI. El país centroamericano famoso también por sus hermosos lagos y volcanes, se encuentra inmerso como la mayoría de los pueblos del mundo luchando contra un nuevo enemigo, encarnado en la Covid-19. Según la estadística de la Universidad Johns Hopkins relativa a la pandemia, la patria del General Augusto C. Sandino, hasta el viernes 17 de julio de 2020, contaba con 3,147 casos de personas confirmadas de la enfermedad y 99 fallecidos. En tanto otros países centroamericanos tienen estadísticas relativamente más incrementadas como Costa Rica con 9.969 infectados y 47 fallecidos y El Salvador 11.207 y 309 respectivamente. Siendo mucho más elevadas en el caso de Honduras con 30.967 y 837; Guatemala 32.939 y 1.404; Panamá 50.373 casos de infectados confirmados y 1.000 decesos. Únicamente más reducidas en el caso de Belice con 40 infectados y 2 personas fallecidas. Claro que en el caso beliceño, es el país menos poblado de la región centroamericana con apenas 400.000 habitantes. En tanto que Costa Rica suma un poco más de cinco millones de habitantes, El Salvador más de 6.700 pobladores; Guatemala 17.263.000; Honduras 9. 300.000; Panamá 4.500.000 de habitantes y Nicaragua con casi 6.500.000 personas. Lo cual nos muestra que en el conjunto de la región centroamericana el crecimiento de la pandemia ha sido impactante y tiende a ser cada vez más relevante. Lo que hace más vulnerable a la región, es el frágil sistema de salud centroamericano, así como la vulnerabilidad en el plano económico y social agravado por el impacto del crecimiento y afectación del coronavirus. Un dato alarmante de esa situación es que en Honduras, señala la historiadora Yesenia Martínez: “La red hospitalaria pública del país está compuesta por 29 hospitales entre nacionales, regionales y departamentales. La pandemia COVID-19 desnudó por completo el débil sistema sanitario del país, el cual años anteriores ya presentaba signos y síntomas de colapso producto de 40 años de abandono” (https://presencia.unah.edu.hn/noticias/construccion-de-hospitales-publicos-en-honduras-una-deuda-de-siempre/).
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