Presidente cubano en las calles de San Antonio. Foto: Estudios Revolución
El día de las protestas y actos vandálicos en Cuba el presidente Miguel Díaz-Canel denunció el deseo del gobierno de Estados Unidos(EU) de provocar un estallido social masivo en la isla. “A lo que contribuyen toda esa propaganda y todas esas construcciones ideológicas… para convocar las llamadas intervenciones humanitarias, que terminan en intervenciones militares… que aplastan la soberanía de los pueblos”. Díaz-Canel informó y analizó ante el pueblo su plática con los inconformes en San Antonio de los Baños. No abundan los líderes que asuman esa conducta radicalmente democrática.
El día siguiente su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, puso el dedo en la llaga cuando afirmó: si se quisiera ayudar a Cuba, lo primero que habría que hacer es poner fin al bloqueo “como lo están solicitando la mayoría de los países del mundo… sería un gesto verdaderamente humanitario”. Está claro, el bloqueo es la causa fundamental de la severa escasez de alimentos y medicinas, los cortes de electricidad y otros padecimientos de la vida cotidiana en Cuba. Ello, unido a una frenética actividad subversiva de EU, creó las condiciones sicológicas, en sectores a los que el mensaje revolucionario no ha podido llegar, para detonar los hechos del 11 de julio.