
Pocos actos humanos llevan implícitas tanta nobleza y sensibilidad como el internacionalismo. Quien por deber y voluntad abraza esa bandera, asume con ella la responsabilidad indescriptible de hacer el bien a sus iguales; esa palabra no admite otra actitud que no sea la del abrazo solidario más allá de distancias, credos y culturas.
Fue así, bajo esos preceptos, que se concibió, hace ya 59 años, la colaboración cubana con el mundo en materia de Salud, cuando llegaron a la República Popular de Argelia los primeros galenos. Tan fieles hemos sido a nuestra convicción de profundo respeto a la humanidad, que no puede escribir el mundo la historia del altruismo y los lazos de hermandad, sin que brille en esas páginas el nombre de esta Isla.