LA HABANA.- La historia reciente confirma la vigencia del pensamiento latinoamericanista de José Martí (1853-1895), en especial sus luminosos pronósticos acerca de los peligros emanados desde el poderoso vecino del norte, hoy con renovados apetitos expansionistas y hegemónicos.

Desde su momento hasta la actualidad nadie pudo desmentir la afirmación de Martí: «El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de Nuestra América».

Tampoco pierde vigor su llamado:

«Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes». (Ensayo Nuestra América, El Partido Liberal de México, 30 de enero de 1891).

Amante de la Patria grande, muy joven expresó Martí, en 1881, «de América soy hijo, a ella me debo» y de la América -añadió-, «a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna… Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo».

Comprendió cuanto de común existía entre las naciones continentales del río Bravo a la región de Magallanes y las islas del mar Caribe.