Tomado de: Cubadebate

Un día después de los eventos del 11 de julio, cadenas hoteleras como la española Meliá y otras (NH Hoteles, Iberostar y Barceló) reportarron una baja relativa en su cotización bursátil en medio del contexto de violencia callejera y orquestación mediático. Foto: AFP
Aunque sus antecedentes se remontan a 2018, en la primera parte de este año las maniobras de desestabilización en Cuba involucraban al llamado Movimiento San Isidro (MSI), sus alianzas con estructuras del anticastrismo de finales del siglo XX (la Unión Patriótica de Cuba) y un movimiento que ya en las calles sugería cierto grado de maduración para nuevas acciones dentro del marco difuso de la fórmula básica de la guerra híbrida (guerra no-convencional + revolución de color).
Los acontecimientos que van desde el domingo 11 de julio al 13 de julio así parecen señalarlo, y marcan un punto clímax en el despliegue de dispositivos clásicos de intervención indirecta mediante redes sociales, control narrativo de los grandes medios y disturbios programados bajo la coartada típica de la “sociedad civil”.
En tal sentido, algunos elementos se pueden puntualizar:
1. Lo que podía tener el MSI de innovador o “pacifista” desapareció el mismo 11 de julio.
2. Aun así certificó su función como componente soft de un esquema mayor luego asimilado a una campaña informativa que esperó un momento-dispositivo para avanzar a otra fase de acciones y mensajes.
3. Lo que comenzó como una “crisis humanitaria” proyectada intensamante desde los medios a partir de un repunte en materia de casos por covid-19, junto a los efectos del huracán Elsa y, en particular, las señales de dificultad sanitaria, en Matanzas, rápidamente quedaron en el pasado saltando súbitamente al reclamo, predecible, por “libertades”, el “fin del comunismo”, y las denuncias de “represión”.
Al cierre de esta investigación, realizada en paralelo al brote de golpe blando, y a pesar de la intensidad que todavía impera en la campaña de medios, donde las redes sociales han jugado por primera vez un papel destacado y preponderante en la creación de la atmósfera de confrontación generalizada en Cuba, los reportes de calma contrastan con la realidad ficcionada de la arquitectura global de propaganda occidental.