Estamos viviendo un momento de nuestra historia que contiene muchas “toma de decisiones”, a nivel colectivo y también individual; y es imprescindible que esas decisiones estén guiadas por una visión del futuro que queremos y también de los futuros alternativos que no queremos.
La ética es precisamente eso, el compromiso con las consecuencias futuras de nuestras decisiones, mucho más que con las conveniencias o inconveniencias inmediatas, y para eso hay que saber siempre identificar lo esencial, y evitar que el bombardeo de imágenes e informaciones de diferentes colores (que sabemos bien de dónde vienen), nos lleven a centrar nuestra atención en las corrientes laterales de la realidad.
En un sermón pronunciado por Martin Luther King Jr. en la difícil década de los años 60 (Luther King fue asesinado en 1968), él decía: “El progreso humano no es automático ni inevitable. El futuro ya está aquí y debemos enfrentar la cruda urgencia del ahora. En este acertijo constante que implica la vida y la historia, la posibilidad de llegar tarde existe”.
Las tareas de hoy valen en función de lo que aporten a los objetivos distales, y de la velocidad que consigamos en alcanzarlos.