
Al costo de la sangre y de la vida de hijos nobles, víctimas de cobardes terroristas, Cuba ha pagado muy alto el precio de su resistencia. La historia, en nombres y hechos, lo recuerda, constantemente.
Este jueves, el miembro del Buró Político y canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, rememoró en Twitter uno de esos capítulos nefastos contra el pueblo y la Revolución: El 22 de abril de 1976, un atentado con explosivos contra la Embajada de Cuba en Portugal, cegó la vida de dos jóvenes diplomáticos, Adriana Corcho y Efrén Monteagudo.
El suceso formó parte de una ola de ataques contra misiones diplomáticas y entidades cubanas en más de 20 países, entre 1975 y 1976, que incluyeron desapariciones, asesinatos de funcionarios y agresiones a oficinas comerciales en una treintena de países.
Cuba, país acusado injustamente, por la anterior administración de la Casa Blanca, de patrocinar el terrorismo, ha sido la víctima de tales acciones violentas, planificadas, financiadas y ejecutadas desde Estados Unidos, con un saldo aproximado de 3 400 fallecidos y más de 2 000 discapacitados.