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Mi derecho a réplica.

Tomado de: Cubadebate

Ser feliz es también un acto de resistencia. ¿No llama la atención que quienes adversan nuestra vida en Cuba, que defendemos gran mayoría, siempre tienen activado lo que llamo “el modo oscuro”? Su visión se expresa en negativo: no ven la sonrisa, ven las vestiduras; no ven el abrazo, ven la pared sin pintar; no ven el plato compartido, ven el contenido. Así es difícil hacer creer que su preocupación es más que la búsqueda individual y rapiñera.

Ninguna persona de mediano saber cree en esa visión sesgada, porque a pesar de todo la luz del sol se cuela por las rendijas, y el rostro amargo que maldice bajo ese sol, al minuto cambia si una voz quiere ordenarle que sólo sea partícipe de la oscuridad.

 

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Pueblos caribeños de #Nicaragua celebran 33 años de autonomía


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La #rebelión necesaria.

Tomado de: Cubadebate

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El expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, besa la bandera de su país en un acto público. Foto: Archivo.

La Revolución Bolivariana ha sido desde su génesis misma un proyecto unitario, impulsado por la idea de juntar voluntades para la defensa de la dignidad nacional, frente a los desmanes de los gobiernos de la IV República; motivación fundamental de la insurrección cívico-militar del 4-F de 1992.

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El Arauco indómito.

Tomado de: Cubadebate (Tomado de Juventud Rebelde)

Coronavirus. Foto: Getty Images.

En las guerras de conquista los vencedores dejan huella de lo sucedido en sus relatos testimoniales. A pesar de los milenios transcurridos, seguimos aprendiendo que “toda la Galia está dividida en tres partes”, según la límpida prosa de Julio César, integrada con justicia a la tradición clásica de la literatura occidental.

De manera similar, la historia de la literatura hispanoamericana comienza con los relatos de los conquistadores, desde los diarios de Cristóbal Colón, las cartas de relación de Hernán Cortés, la versión del soldado Bernal Díaz del Castillo y los alegatos de Fray Bartolomé de las Casas, el defensor de los indios, de larga estancia en nuestras tierras, muerto cuando se desempeñaba como obispo de Chiapas.

Terminado el fragor de las batallas primeras, Alonso de Ercilla sobrepasó lo puramente testimonial para redactar con La Araucana un texto con intención literaria. Caupolicán, héroe de la narración épica, enfrenta a los invasores con las armas. Une y encabeza a los suyos. A pesar de la brutal violencia aplicada contra los pueblos originarios de nuestra América, a pesar de que el cuerpo del inca Tupac Amaru fuera despedazado ejemplarizantemente atado a caballos en plena carrera, la resistencia adoptó diversas formas. Víctimas de los conquistadores españoles y de sus herederos, los gamonales criollos, dueños de tierras y de recursos financieros, los indígenas, nunca sometidos, preservaron su cultura.

En un punto que conduce al sur de Chile, me contaba una amiga, una enorme valla situada en la carretera proclama que el viajero ha llegado a tierra mapuche. Allí conservan sus costumbres, su organización comunitaria, su estructura jerárquica social ajena a cualquier expresión de verticalidad, siempre reunidos en círculo que a todos equipara, elijen y respetan a sus guías espirituales. Camino de la Antártida, esos territorios guardan reservas minerales y acuíferas, objeto del deseo por parte de empresas subsidiarias de las transnacionales. Al defender lo suyo, al oponerse al apetito de los negocios extractivos, al asumir la protección de los glaciares, los mapuches se hacen cargo de la protección del planeta. Sufrieron los desmanes de la dictadura de Pinochet, pionero del experimento neoliberal en América Latina, pero la democracia que sucedió al régimen del horror careció de la audacia necesaria para reconocer los derechos mapuches.

Ahora mismo, en plena pandemia, de la mano de antiguos personeros del régimen nefasto, la violencia se cierne sobre ellos, a quienes debiéramos agradecer el tozudo batallar en defensa del planeta, vale decir, de todos nosotros.

Con la expansión de la pandemia, sobre los pueblos originarios de nuestra América se abate un nuevo genocidio. Las políticas neoliberales cercenaron los sistemas de salud. Cementerios y hospitales han colapsado en los centros urbanos. En las selvas y en el espinazo andino, la precarización es total. Para afrontar esta y otras probables amenazas de índole similar, la epidemiología, interdisciplinaria por naturaleza, habrá de contar con el apoyo de las ciencias sociales. En su ataque, el virus no discrimina en razón de clase o raza. Pero el acceso a la información pertinente, a los medicamentos, al cuidado médico, a la atención hospitalaria, favorece a quienes disponen de más recursos. Nunca conoceremos la cifra exacta de los muertos en los márgenes de las urbes gigantescas, en lo profundo de Bolivia, de Ecuador, de Perú, en el extenso territorio de la Amazonia.

En la conducta del ser humano intervienen e interactúan factores biológicos, sociales, sicológicos y culturales. Todos ellos han de tenerse en cuenta ante el ataque directo del virus con resultados diversos según el alcance de las políticas públicas.  En países donde las brechas de desigualdad se agigantan, las víctimas de la enfermedad se multiplican exponencialmente entre los más desfavorecidos.

El enfoque sociológico permite deslindar, tras la noción estadística abstracta de la población, los reductos de pobreza y de miseria extrema, las condiciones del hábitat y las posibilidades reales para cumplir con las medidas elementales de higiene.  En el ámbito de lo sicológico, precisa atender las consecuencias, a veces irreversibles, sobre todo entre los adultos mayores, del confinamiento y de los prolongados estados de ansiedad. La preservación de la salud humana requiere el cuidado de lo físico y lo síquico. La dimensión cultural se asocia a estilos de vida y a sistemas de valores, muchos de ellos deformados por el desenfreno consumista provocado por las fórmulas sofisticadas utilizadas por el marketing contemporáneo.

La pandemia del coronavirus no constituirá caso cerrado, aunque se obtenga en breve plazo una vacuna eficaz. La envergadura planetaria del fenómeno y su alta letalidad apuntan a la emergencia de forjar nuevos estilos de vida.

La pospandemia debe plantearse la exigencia de instituir otra realidad. Para hacerlo, conviene volver la mirada al legado de nuestras culturas originarias. Múltiples y diversas, alcanzaron distintos grados de desarrollo. De una laguna emergía Tenochtitlán, la más extensa ciudad de la época. Sus conocimientos astronómicos superaron lo conocido por los conquistadores europeos. Las sonrisas de las esculturas toltecas en el Museo Antropológico de México son tan cautivadoras como la que asoma en La Gioconda de Leonardo. No se interesaron por hacerse de armas de fuego. Entregaron a Europa, apuntalados en la cultura del maíz, los metales preciosos, la papa, el tomate y el delicioso sabor del cacao. Los hombres de a caballo, con espada y mosquete, obsesionados por la leyenda de El Dorado, no supieron beneficiarse de la sabiduría de los pueblos radicados en nuestra América, que siguen rindiendo culto a la Pachamama, a nuestra Madre Tierra.

En la compleja encrucijada de estos días, los indómitos araucanos merecen nuestro apoyo y solidaridad. Se están inmolando en favor de un planeta que también es el nuestro.

 


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Democracia «americana»: El #gobernador de Tennessee firma en silencio #ley que aumenta los #castigos por ciertas protestas

Tomado de: Cubadebate

El gobernador de Tennessee Bill Lee habla en la Casa Blanca en Washington el 30 de abril de 2020. Foto: Mandel Ngan /AFP via Getty Images)

El gobernador de Tennessee, Bill Lee (R), firmó silenciosamente un proyecto de ley que aumenta los castigos por ciertos tipos de protestas, incluida la pérdida del derecho al voto.

La Asamblea General estatal controlada por el Partido Republicano aprobó la medida la semana pasada durante una sesión legislativa especial de tres días y fue firmada sin un anuncio a principios de esta semana.

Entre otras cosas, la nueva ley estipula que las personas que acampan ilegalmente en una propiedad estatal se enfrentarán a un delito grave de Clase E, punible con hasta seis años de prisión. Las personas declaradas culpables de un delito grave en Tennessee pierden el derecho a votar.

La nueva ley también impone una sentencia obligatoria de 45 días por disturbios agravados, aumenta la multa por bloquear el acceso a la carretera a los vehículos de emergencia y mejora el castigo por asalto agravado contra un socorrista de un delito mayor de Clase C.

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#Ciencia y #sociedad, por #Graziella Pogolotti

Tomado de: Cubadebate

Muchos españoles todavía hoy no conocen los horrores de la esclavitud durante el colonialismo. Foto: Archivo.

Según Carpentier, los viajes de Cristóbal Colón redondearon el planeta. La aventura se complementó con la circunnavegación de la Tierra efectuada por Magallanes. Se estaba iniciando el proceso de interconexión del mundo en que habitamos. Antes, el viaje de Marco Polo al Asia había sembrado en el imaginario la noción de la existencia de miríficas y apetitosas civilizaciones, pero entonces la pequeña Europa no estaba en condiciones de intentar hazañas de dominación de esa naturaleza.

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La voz humana. Graziella Pogolotti: «La pandemia ha descorrido el velo interpuesto sobre la realidad oculta de una humanidad enferma, situada al borde de un abismo sin regreso…»

Tomado de: Cubadebate

Por: Graziella Pogolotti

13 julio 2020

Vida diaria en tiempos de pandemia. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Yo también esperaba con impaciencia el anuncio del ingreso en la primera fase de la recuperación. Durante las interminables jornadas de reclusión forzosa, dispuse de tiempo para meditar. Me preguntaba si nos habíamos hundido en una pesadilla o si, por el contrario, la violenta sacudida producía un despertar del adormecimiento y un rescate de valores esenciales.

La eficaz conducción de las políticas públicas centradas en la prioridad concedida a la preservación del ser humano, la fortaleza de un sistema de salud articulado desde la comunidad, y la participación del saber científico acumulado en la toma de decisiones nos han preservado de sufrir la pandemia en todo su horror.

No hemos visto el derrumbe de los moribundos en las calles, el abandono de los pacientes por el colapso de los hospitales y por falta de recursos para acceder a la atención médica. Tampoco conocimos el desbordamiento de la capacidad de los cementerios. En suma, escapamos al espanto y a la sensación de desamparo.

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Cuando la #violencia se define en #símbolos

Tomado de: Cubadebate

Publicado en: Letras de Género

Los estereotipos sexistas se repiten hasta el cansancio en medios de comunicación e industrias culturales. Foto: Sophia.

Medios de prensa que acusan, simplifican o ignoran a víctimas de violencia de género; otros que silencian las inequidades. Telenovelas que muestran a mujeres preocupadas por sus relaciones de pareja, la maternidad y solo después, a veces, por la realización profesional. Videoclips con abundantes planos de bailarinas casi desnudas, ofreciendo sus encantos al artista de turno. Anuncios publicitarios donde, mientras ellas cocinan, lavan y sueñan con electrodomésticos ideales para el hogar, ellos manejan carros de lujo y gestionan la vida más allá de casa.

La lista es larga: los estereotipos sexistas se repiten hasta el cansancio en medios de comunicación e industrias culturales. Una y otra vez se naturalizan principios patriarcales según los cuales las mujeres deben ser bellas, sensuales y delicadas, ocuparse de las tareas domésticas y los hijos, cumplir con los deseos sexuales de sus parejas y pertenecer a los hombres. Perpetúan, en definitiva, otras formas de maltrato, aunque esta vez de forma simbólica.

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¿El #infierno existe? «Es el sufrimiento de no poder #amar»

Por: Frei Betto

La creencia en que después de esta vida habría para algunos un lugar de tormento aparece también en las tradiciones religiosas hindúes, babilónicas, egipcias, germánicas, finlandesas y japonesas.

En tiempos de intolerancia religiosa, tocar determinados temas resulta polémico. Eso es lo que provoca el teólogo estadounidense David Bentley Hart, de la Iglesia Ortodoxa, autor de That All Shall Be Saved (Que todos sean salvos), en el que defiende la tesis de que del otro lado de la vida no existe el castigo eterno. Dios, en su amor misericordioso, les dará a todos los pecadores una amnistía amplia, general e irrestricta. En cuanto a los pasajes bíblicos que hablan sobre el castigo que sufrirán los malos, Hart afirma que son un abordaje metafórico.

Esta tesis tiene incómodos a los cristianos fundamentalistas que, en nombre de Jesús, condenan a las profundidades del infierno a todos los que no concuerdan con sus ideas. Ni siquiera se percatan de que, al hacerlo, se revisten de tal arrogancia que pretenden colocarse en el lugar de Dios.

Tiene incómodos también a quienes necesitan evocar continuamente al demonio para inculcarles a los fieles el arma de sujeción más sutil y eficiente: el miedo. Si  no hay infierno, no hay demonios, excepto los que aquí, en este mundo, condenan al infierno a quienes no rezan según su cartilla al bombardear la libertad de expresión, incendiar centros de candomblé, desdeñar imágenes católicas y pronunciar en vano el Santo Nombre de Dios para hacer politiquería.

La creencia en que después de esta vida habría para algunos un lugar de tormento aparece también en las tradiciones religiosas hindúes, babilónicas, egipcias, germánicas, finlandesas y japonesas. En el Primer Testamento se denomina a ese lugar sheol, “la región de los muertos”. En la mitología griega, esa región esa gobernada por Hades, quien fascinado por la lira de Orfeo, le permitió recatar a Eurídice del mundo inferior.

Hasta la Edad Media primitiva, el “mundo inferior” significaba el reino de los muertos. Fue solo a partir de la escolástica, en el siglo XIII, que el territorio  de los muertos se repartió entre el cielo, el purgatorio y el infierno. Y un cuarto lugar, el limbo, para quienes murieron sin ser bautizados. Pero el limbo fue abolido por el papa Benedicto XVI.

En mi infancia, el credo católico profesaba que al tercer día Jesús “descendió a los infiernos”. El Concilio Vaticano II cambió la fórmula a “descendió a la mansión de los muertos”.

¿Mera modificación lingüística? En realidad, hubo un cambio de significado. Ahora el Credo no expresa que Jesús fue al infierno, un lugar donde los pecadores padecían eternamente, sino que murió, salió de esta vida hacia el territorio de los muertos, y desde allí resucitó.

Otra explicación teológica es que Jesús, ante de resucitar, fue “a la mansión de los muertos” para clausurarla, de modo que todos los que se encontraban allí pasaran a disfrutar, por toda la eternidad, del amor infinito de Dios.

En el Nuevo Testamento, solo en la Primera Carta de Pedro (3,18-20) se dice que, tras la resurrección, Cristo “proclamo su victoria incluso a los espíritus encarcelados que antiguamente fueran rebeldes”.

Hart critica a los teólogos que defienden el infierno eterno, como Agustín (354-430), Tomás de Aquino (1225-1274) y el reformador protestante Juan Calvino (1509-1564), y rescata teologías como las de Basilio de Cesárea (330-379), Gregorio de Niza (335-395) e Isaac de Nínive (613-700), que defienden la idea de la reconciliación universal con Dios.

En Los hermanos Karamazov, Dostoievski define el infierno como “el sufrimiento de ya no poder amar”. Lo que queda muy bien retratado en la siguiente parábola china: había millares de personas hambrientas alrededor de una montaña de arroz humeante. Todos llevaban en las manos palitos de bambú de un metro de largo. Tenían hambre, tenían cubiertos, pero no lograban llevarse el alimento a la boca. Eso es el infierno.

Había millares de chinos hambrientas alrededor de una montaña de arroz humeante. Todos llevaban en las manos palitos de bambú de un metro de largo. Tenían hambre, tenían cubiertos, y uno le alcanzaba el alimento a la boca del otro. Eso es el cielo.


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Insomnio. La #ética en tiempos de #COVID19.

Tomado de: Cubadebate (Tomado de Juventud Rebelde)

Con la expansión de la pandemia y la cuarentena consiguiente, la máquina pensante mantiene su laboreo a toda marcha. Durante el desvelo, proceso información. Foto: América Digital

El insomnio apareció en una etapa tardía de mi existencia. Desde entonces, logro superarlo tan solo con apoyo de medicamentos. Muy precozmente descubrí que la máquina pensante no dejaba de funcionar a ninguna hora. Utilicé el hallazgo empírico con fines utilitarios. En vísperas de exámenes me recogía temprano, después de un último repaso a puntos esenciales de la materia pendiente de comprobación. Al despertar, los datos se desplegaban con nitidez como proyectados en una pantalla.

Con la expansión de la pandemia y la cuarentena consiguiente, la máquina pensante mantiene su laboreo a toda marcha. Durante el desvelo, proceso información. No cesan las interrogantes acerca del futuro de la Humanidad a corto y mediano plazos, algo que nos concierne porque formamos parte de ella en un mundo cada vez más interconectado. La diseminación de la enfermedad ocupa gran parte del espectro noticioso, pero tras el bombardeo de sucesos y estadísticas subsiste un debate implícito. Abocados todos a una crisis económica de dimensiones imprevisibles, el poder hegemónico actúa como si nada hubiera ocurrido. En nuestra América algunos se apresuran en solicitar recursos al Fondo Monetario Internacional, sin parar mientes en el recrudecimiento de las políticas de ajuste exigido por la institución financiera. El costo habrá de recaer sobre la enseñanza pública y los sistemas de salud. El neoliberalismo intenta sobrevivir a pesar de las amargas lecciones derivadas de la pandemia.

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